Nacho el gran muchacho

27 Septiembre 2013

Nacho es un nota argentino, básicamente, al que saco más de diez años pero admiro como podría admirar a un abuelo que escala sin cuerda.

Nos conocimos en ésta oblicua bajada por la costa pacífica mejicana. Cuando subió a mi autobús pensé que era un francés flipadín rollo yeah. Cargaba con gran mochila, dos instrumentos de cuerda en sus fundas blindadas y no sé que otras cosas más. Sudaba. Rastas bien firmes y auténticas detrás de la cabeza, ropas sucias, expresión de cara amigable. Para muchos de ustedes, un auténtico -pero auténtico en el buen sentido- perro-flauta.

Seguimos en dos autobuses más juntos, y en el tercero ya le dí dos palmaditas a mi asiento de al lado cuando él subia, por aburrimiento, para que se sentase. Se sentó, hablamos, conectamos, vimos cosas interesantes en la conversación y respetamos los turnos del habla con silencios y atención. Yo iba a Guatemala, el quería enganchar el ticabus (ruta contínua entre Méjico y Panamá, dura días) para llegar a Costa Rica, donde le esperaba una comuna.

En una calurosa ciudad más en que cambiábamos autobuses, nos fuimos a un mega-centro-comercial donde no pintábamos nada, para conseguir comida barata para comer barato. Era vegetariano y compramos pan bueno, cebolla, aguacates, lima, pimientos, lechuga, tomate, y algo más. Nos tiramos en un suelo lleno de mierda, afuera, a comer, manos sucias y cuchillos sucios. Los bocatas estaban de muerte. Me contaba cosas interesantes, llevaba mucho tiempo en ruta, con proyectos independientes de gente que vive de la tierra o que mueve manadas de caballos por centroamérica durante meses. En un rato, quise unirme a él y sus planes.

Recogimos y agarramos un bus más, esta vez ya con puesta de sol y siesta en ruta. Cuando llegamos a la siguiente ciudad, era de noche y no podíamos seguir. Decidimos quedarnos a dormir en el suelo de la estación, y sacó sus instrumentos. Cuando le escuché tocar, le respeté más. Su voz fuerte, su tocar inspirado y experimentado. Así sí puede uno ganarse el día a día para viajar, pensé.

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Deseé tocar un instrumento con su arte, especialmente cuando tocó, entre muchas, la canción del comandante Ché Guevara de Buenavista, otra canción que me pone los pelos de unta desde que estuve en Cuba. Fue muy impactante y saqué la grabadora, aunque no monitoricé la grabación con cascos y salió distorsionada, además de no captar, desgraciadamente, sus mejores interpretaciones.


Nacho on guitar

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Nacho on charango

Acabamos la compra en dos nuevos bocatas y charlamos entre risas, me dí cuenta de que me alegraba mucho de haberle conocido y de que aquella estación penosa valía mucho la pena. Intentó enseñarme a tocar unos acordes y demostró ser muy buena gente. Era un chico admirable, escribiría sobre él.

Al amanecer, con dudas, intentamos hacer dedo sin suerte, él agarró otro autobús y yo una van hacia la costa, pues decidí no dejar Méjico sin visitar alguna playa pacífica de Chiapas.

Espero de veras volver a verle, y más aún cabalgar por estepas a caballo con noches de hogueras junto a ríos aplaca-sedes-de-caballos.

Próximamente: esa playa de Chiapas.

1 comentario en “Nacho el gran muchacho

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