Yomelargo en las Jornadas de Grandes Viajes

Vuelven a Madrid las Jornadas de los grandes viajes, y estaré dando una charla sobre yomelargo, sus aventuras, anécdotas y aprendizajes!

Los trotamundos más destacados de 2019 se dan cita en una nueva edición del evento de viajes más inspirador del país

La séptima edición de estas Jornadas se celebra el 2 de marzo de 2019 en el IES Beatriz Galindo con un acto de inauguración el 26 de febrero en el Centro Cultural Casa del Reloj.

El mayor evento de viajes de España contará con un día entero de conferencias y talleres a cargo de trotamundos que han realizado viajes singulares,de años de duración.

Un biólogo que ha recorrido Sudamérica en compañía de Cocaí, la perra que adoptó durante su viaje; un viaje de Madrid a China en bicicleta con solo 17 años o una vuelta al mundo sin aviones son algunas de las experiencias que se podrán escuchar en las Jornadas.

Éste es el vídeo de lanzamiento:

Encuentra el programa aquí

Aquí la publi de yomelargo;

Nos vemos en Madrid?


UPDATE:

Muy agradecido por la experiencia a todos y por un finde en Madrid muy viajero. Es un placer compartir momentos de viaje y que gusten!

Algunas fotos:

Gracias Pablo, Itziar.

Free travelers awards

Una sorpresita maja es que me han galardonado con el ‘free travelers award’, un premio otorgado a viajeros del mundo con grandes hazañas, objetivos o proyectos curiosos a sus espaldas… o en curso.

Los premiados estaremos en Milán del 6 al 8 de Abril en el Museo Nazionale Scienza e Tecnologia «Leonardo da Vinci». Muestras, vídeos, fotos, entrevistas, presentaciones, tabla redonda y encuentros con el público.

Normalmente el festival es en Dubai (Dubai Travelers Festival) pero este año se celebrará en Milán (freetravelersawards.com). Contaremos con la presencia del fundador, Awad Mohammed Bin Mejren.

Parece que habrá registro en vídeo de conferencias etc. para los que no puedan asistir, así que a ver su facebook o instagram:
https://www.facebook.com/freetravelersawards/
https://www.instagram.com/freetravelersawards/

Espero estar a la altura de semejantes personajes!!

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Don’t worry: the Almighty will help

25 Agosto 2016

Aquel viejo hombre indio que se para en medio de la acera al verme desorientado con mapa en mano en una calle de Gangtok, capital actual de Sikkim.

Tras unas cuantas frases durante las que pude observar que era una de esas personas que mola conocer y que no requieren que las ignore para que se vayan (apartando paulatinamente la atención de mi mapa y fijándola en su tez oscura sin que él se diese cuenta, su pelo blanco sin calvicie, sabiduría en sus ojos) de pronto sale rápido de la conversación, siguiendo su camino y dejando en el aire con buena constancia las palabras del título de esta pequeña historia, sin mirar atrás, con mi mirada silenciosa y sonriente en su espalda caminante.

Cosas de India.

Calcuta y Paramahansa Yoganandaji

10 julio 2016

El gobierno birmano me deniega, a última hora, el permiso de acceso por tierra al inestable estado de Manipur, India, por conflictos armados. Habiéndolo confirmado previamente por un precio regateado para ir yo solo hasta el paso fronterizo de Temu/Moreh (obligaban a contratar un guía), mi desilusión me lleva a hacer un rápido plan B: Calcuta.

Los taxis amarillos, que son coches antiguos de los años 60 (el famoso modelo Hindustan Ambassador) tal vez sean la estampa más notable de la ciudad, junto a los rickshaws. Hoy, los rickshaws son a motor o eléctricos, los llaman TOTOS, pequeños cochecines para 4 personas encajonadas. Pero ahí siguen los clásicos: a pedales, oxidados triciclos que parecen no haber sufrido renovación desde esas fotos que me marcaron de Calcuta en una clase de religión de 2º BUP, cuando el profe nos mostró su historia, o tal vez la de Madre Teresa. Los rickshaws que penetran en el corazón son los carritos, cuyas asas se levantan con las manos y se llevan a pie: hombres escuálidos, viejos, arapientos, de piel muy negra pero pelo y barbita blanca, héroes admirables que tienen fuerzas para tirar cada día de uno por 12 rupias la carrera (18 céntimos).

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La magia de Bali

Abril 2016

El caos de Bali me chocaba tremendamente, incluso en Ubud. Tráfico y polución, ruido. El segundo día me adentré en el norte del poblado, donde felizmente ví las plantaciones de arroz y la paz de los lugareños. El destino me llevó por un sendero a encontrarme con un hombre local que me dijo, al decirle que era español, que su mujer también lo era. ‘Estás de coña’, le dije, me extrañó. Pero allí al lado encontré a Begoña, una interesante mujer, directiva de una ONG llamada ‘Kupu kupu’ que ayuda a personas discapacitadas de Bali. Toma ya! Sintiendo complicidad con ella, le pedí que me dejara quedarme en aquel lugar a dormir por su paz y separación del caos mundano, y aceptó. Recomendaría enormemente visitarla y colaborar con la asociación de las muchas maneras en que se puede, durmiendo allí en aquella paz, visitando lugares con ellos o simplemente asistiendo con ellos a las danzas balinesas que ocurren cada noche.

http://www.kupukupufoundation.org/

Allí empecé a centrarme en meditar y paseé cada día un rato antes de desayunar con la paz, ya que me iba acercando a los territorios budistas del planeta y me esperaba un retiro intenso en Birmania de meditación. Entre esa paz y escribir pasaron días de calor y lluvias tropicales, y empecé a enamorarme de Bali y su cultura hindú.

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Casi sin haber meado me iba a caminar por los arrozales poco después del amanecer, pues dormía al aire libre y despertaba con la luz. Por diferentes senderos cada vez, las divisorias de los campos son laberintos de paz y caminar descalzo y libre. Hacia el este, solo un ratito temprano, podía ver el volcán gigante de Bali, el Agung. De las cosas más impresionantes que existen en Indonesia, es la presencia contínua de volcanes gigantes en todas direcciones, quizás en lejanas islas, pero siempre visibles por su tamaño.

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Wayan, el chico local encargado de los bungalows, un risueño e inocente jóven, venía a mi lugar a tocar un tingklik de bambú cada mañana, así que a la vuelta tocábamos juntos.

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Por las tardes, solía perderme en el pueblo de Ubud, que, una vez aceptado su caos, tiene mil y un rincones deliciosos. La cultura es la de vida sana y equilibrada, rollito yoga, meditación, masajes, hidroterapias y comida vegetariana, juguitos vegetales, etc. -«eat, pray, love» ha tenido su influencia, recuerdo bastantes solteronas cachondas-. Los precios eran asequibles hasta para mi bolsillo, con lo cual estaba feliz. Las puestas de sol las intentaba hacer hacia el norte, por algún arrozal extenso, donde aprendía, cada día más, cómo es la vida del arroz en todas sus fases: algo que se absorbe sin que nadie te lo explique, pues el arroz aquí tiene una gran importancia y un cultivo contínuo. Mi compañía eran luciérnagas voladoras y libélulas.

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Las decoraciones de las casas y las tradiciones hindúes de Bali me tenían muy entretenido. La gente, en las mañanas, prepara ofrendas lindas con una bandejita de hoja de banano que contiene varias flores, incienso, etc y se las van a colocar a sus deidades por cada templito junto a sus casas. Los templitos pueden ser diminutos, cajitas en árboles remotos por los arrozales con sus tejaditos, o en medio de la calle, normalmente con alguna tela amarilla decorativa y a veces paraguas protectores del sol y lluvia.

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En Bali existe un estilo integrado en las construcciones; por alguna razón de influencia, las casas y restaurantes, alojamientos, etc. se hacen manteniendo un mínimo de gusto en la línea de calma y paz interior y vida sana que mencionaba. Hay estanques y piscinas a menudo y siempre suelen añadir, aun con falta de espacio, estatuas de piedra-cemento bonitas y algún invento en el que discurre el agua contínuamente generando paz con su sonido: el agua es protagonista en Bali. No sé como describirlo, pero tienen la capacidad de hacer que paredes o construcciones de ladrillo y cemento sean lindas. El gris de aquel cemento tiene arte, no sé por qué.


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Los templos, bastante presentes, eran edificaciones en muchos casos piramidales y con ese mismo componente de cemento viejo que tiene tanta estética. En este jardín de loto donde posan tres muchachos, escenario ideal, pude ver una noche una demostración de baile balinés, adornado con música instrumental única en la isla. Aquellos instrumentos eran todos nuevos para mí, flautas y percusión, resultando en un rato de hipnotismo total, viendo aquellos músicos golpeando tantos objetos con ritmos que parecen descuadrados para un visitante remoto como yo pero que son el ritmo de este lugar. Las diferentes escenas representadas eran geniales y los caracteres muy extraños, desconcertándome, lo que más, la extraña manera de mover el cuello y la mirada hacia los lados contínuamente de los actores, cuyas caras a veces ya eran de los más exótico!


Escuchar un tema de la danza balinesa

(continúa)

Sonido Melbourne

Melbourne, Australia, 3 abril 2016

He vuelto, para despedirme, a mi lugar preferido de Melbourne: los botánicos.
Estoy tan tranquilo antes de abandonar el país que duermo siesta y me despierto con el sonido más característico de estos parques: unos pájaros que, aunque pequeños, son de los más sonoros que conozco.

He aquí el «pixound» (pic + sound):

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Volver a Cuba

Para volver a Cuba, solo es necesario escuchar uno de sus sonidos. Un viajecito al pasado, si se me permite. Podría escribir doscientas entradas aún hoy sobre Cuba y las fotos y sonidos que tengo de ella.

Acabo de encontrarme con éste, que es mi favorito.

Santiago y el caribeño (click)

Un sonido que representa uno de mis mejores momentos en Cuba, cuando deambulaba por las calles de Santiago durante el festival Caribeño, menudo ambiente.

Me llamó la atención el sonido de una máquina de escribir muy antigua y una mujer que escribía con cuidado junto a una ventana en la que me coloqué sin ser visto.

Después camino un poco y chás! la espontaneidad, una mujer canturrea mientras se cruza conmigo, y chhásss! me encuentro con unos tipos de los que tocaban en la calle y que me interpretaron uno de mis preferidos, así por coincidencia: Candela.

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Cambian la letra y la adaptan para mí (este señol… está grabando), y les prometí que les pondría en internet… Uno de ellos era espectacular con el saxo, guitarra, el tres y voz.

Un buen paisaje sonoro de Cuba.

Otro viaje por Santiago es cuando entonces… bailé salsa!

Pero las ciudades

Cuando llegué a Auckland y sentí la energía de la ciudad me dí cuenta de que las últimas ciudades grandes por las que había pasado eran Valparaíso y Santiago, en Chile, hacía seis meses, antes de la cruzada del pacífico.

Fue genial porque Nueva Zelanda es genial y ha sido al pasar por las ciudades brillantes, civilizadas, ejemplares y modernas de países bien establecidos como este o Australia, que la energía de las ciudades me absorbió y me hizo entrar en un mar de reflexiones acerca de la evolución de nuestra especie y de mi propio encaje en este patrón tan deliberadamente asentado que son los núcleos de vida humana. Una verdadera relación amor-odio:

Yo pensaba que me había librado de ellas, pero las ciudades tienen a veces algo que te aprieta y te hace entender que son parte de tu vida y de tu generación, y que has de participar de ellas. Quizás tengan cosas que necesito, o que me gustan, o de las que soy adicto. He pasado demasiado tiempo en ellas. No voy a vivir en una después de largarme (creo), pero tienen algo que siempre me va a interesar, que no puedo negarme. Aunque creo que el futuro no está en las ciudades, que ese no es el camino, me atraen tal vez porque representan en gran medida una de mis obsesiones: el futuro.
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