Motueka y Siddharta

Motueka
13 Noviembre 2015

Poniendo carteles en las marinas de Wellington para encontrar velero a Australia, encontré un mensaje que ofrecía 500 dólares por llevar un barco hasta Picton en la isla sur. Cuando quedé con el dueño todo ilusionado ví que era un muchacho homeless, sin casa ni familia que vivía en su barquito, encantador, pero muy lejos de estar en condiciones para cruzar el temerario estrecho de Cook, aunque hice mis investigaciones. Rechacé el trabajo con pena por él, porque se ilusionó, pero ni podía coger su dinero ni podíamos hacer la locura de enfrentarnos a los vientacos de Wellington ni para salir del muelle. Pasé una noche en el defectuoso barquito con él, sus dos perros y un desastre de cabina que madre mía. Cenamos los restos del supermercado, que antes de cerrar, los regalan o ponen a un dólar.

Sé que hice lo correcto y llegué así a Picton en ferry, en plenos fiordos del norte, y tras una noche en un parque me fui a Motueka porque me aceptó una mujer madurita en su casa como couchsurfer aunque he sido más un wwoofer ayudándola con la casa y con las tareas exteriores, y rehabilitando una caravana antigua que quería rehabilitar para su hija.

Liz, que a pesar de su edad en seguida mostró conexión conmigo y con una pareja de americanos que me llevó a dedo desde Nelson, donde los conocí poniendo mensajes en la marina, era una mujer divertida que vivía en una cabaña en un verdadero mirador. Cuando ví la casa y me enseñó mi habitación casi me da un yuyu.

Frontal

Frontal

Vistas desde mi cuarto

Vistas desde mi cuarto

Fue así como conocí otra opción para vivir en estos países tan benditos. Liz tenía que irse a un funeral a Auckland durante 4 o 5 días, y la primera noche me ofreció hacerle el house-sitting.

Que viene a ser cuidarle la casa mientras está fuera. Esto pasa a menudo, hay páginas-web para ello, y hasta a veces pagan. Yo tenía que cuidarle las plantas, el jardín, la perrilla, y me mencionó alguna idea en el bosque para una caravana que había comprado para su hija, despejar una zona de arbustos.
El plan era tan interesante que los americanos se animaron y quedaron.

Fue una vida tranquila de wifi, risas, estufa y maderos, leer Siddharta de nuevo, pelis y escapadas en la caravana de la pareja. Una de las mejores cosas que viví en NZ. Más adelante, de hecho, yo volví con Liz después de hacer la ruta de Abel Tasman, esta vez más como wwoofer que como couchsurfer, aunque mis tareas fueron cosas como limpiar todos los cristales de la casa o limpiar la vieja caravana de los 60 para su hija, que estaba muy podrida pero fue una mañana bonita de guantes, quita manchas y un café de recompensa.

Un intercambio genial y un excelso ejemplo social para el mundo.

Liz me acompañó a un cerrito de su montaña

Liz me acompañó a un cerrito de su montaña

* * *

De los dias de Motueka, y de aquella paz interior, en el diario quedó esto:

Siddharta ha vuelto, lo encontré en un lugar de la isla sur de Nueva Zelanda. La última vez yo tenía unos 20 años y estaba en la orilla del embalse.
He tomado notas de su mensaje en este momento para mí, Ahora. He sentido que tal vez, inconscientemente, aquella lectura adolescente haya sido una pieza clave para crecer en mí la semilla de yomelargo, y que el libro es parte de yomelargo.

* * *

El río. El cauce, el murmullo, las voces infinitas en él, el ciclo de la vida sonando con toda su imparable certeza en él.

Las imágenes de mi padre y de mi hijo, sus caras mezcladas y difuminadas. Las voces, todas las metas juntas, todo el sufrimiento y la búsqueda, placer, pena, bueno y malo, riéndose y lamentándose, todas las mil voces pertenecen las unas a las otras y forman el mundo, todas ellas juntas son la música de la vida. La voz del hombre y la del niño, la del feliz y la del agonizante, cuando se escuchan todas juntas, sin centrarse en una en particular con el ego, todas ellas son la unidad, el Om, la perfección.

Cuando se escuchan así, uno deja de luchar con el destino con entendimiento, encuentra serenidad, olvida el conflicto y los deseos, tiene harmonía con los eventos de la vida, simpatía, compasión, se rinde al cauce, a la unidad.

* * *

El conocimiento puede ser transferido, pero no la sabiduría.
La sabiduría llega con la experiencia, con el viaje de Siddharta y no con las enseñanzas de sus maestros.

Todo lo que es pensado y dicho sólo tiene una cara, es media-verdad. Cuando se expresan los pensamientos se distorsionan, cambian, se atolondran. Las enseñanzas están así divididas, no hay manera de expresarlas completamente. Hay que vivir las cosas y mirar a los ojos de otro hombre que también las ha vivido para entender ese conocimiento.

Nunca somos enteramente santos o pecadores, aunque nos parece que existe un límite entre los dos lados.
Ocurre porque tenemos la ilusión del tiempo. Pero si el tiempo no es real, la línea divisoria entre este mundo y la eternidad, entre el sufrimiento y la bendición, entre lo bueno y el demonio, es también una ilusión.

El pecador es, así, un Buddha potencial: el mundo no es imperfecto o está lentamente evolucionando hacia la perfección. Es perfecto en cada momento. Todo pecado lleva una gracia, pequeños muchachos son potenciales hombres viejos o fuertes, todos los mortales tienen vida eterna.

Todo lo que existe es bueno. La muerte, el pecado, también. El plástico y la sucia presencia del hombre en el planeta, mi principal pesadilla en el viaje, también? Todo es necesario, cuando doy mi consentimiento y entendimiento, todo está bien y nada puede herirme.

Antes necesitaba pecar para experimentar la lujuria y el deseo hasta el punto del asco y la náusea, para aprender a no resistirme a ellos (todo debe pasar, todo pasará, impermanencia), para amar el mundo como es y no compararlo a otro imaginario perfecto, para estar grato de pertenecer a él.

La piedra del embalse es ahora animal, es Dios, es Buddha, podría convertirse en espíritu y hombre en el ciclo de la vida, así que la piedra es importante porque ya ha sido todo por mucho tiempo y siempre es todo; todo es necesario y por lo tanto amo todo y a todos.

Los seres vivientes no mueren: cambian, renacen, cambian sus caras, todo es mortal y apasionado, transitorio, pero nada muere: todas las cosas están enlazadas en la unidad eterna que permanece.

1 comentario en “Motueka y Siddharta

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