Salleri – Namche. Los sherpas.

24 Septiembre 2016

Han sido varios días de subir y bajar enormes montañas con desniveles de hasta 1500 metros, agotadores, pero salpicados por las frecuentes casas de los sherpas, los pobladores locales de estas montañas himalaicas, cuyos orígenes se atribuyen a regiones de China central. Son gentes humildes y austeras, nada malo se puede decir de los legendarios habitantes de estas tierras que, de pequeño tamaño y fuerza descomunal, andan con enormes cargas de hasta cuatro veces su volumen -aquellos que son valientes y que no disponen de mulas, yapkies o yaks para cargar- y que prueban tener una fisiología diferente. Tanto recuerdan a hormigas llevando frutos secos enteros a sus espaldas, como justifican el precio incremental de los víveres conforme aumenta la altitud y la distancia a los pueblos accesibles por carretera… bendito aislamiento montañoso, que hace de estas tierras un cuento de hadas!!!

Los sherpas portan de todo, desde materiales de construcción, como madera y puertas, hasta los más pequeños consumibles en sus enormes cestas de mimbre (recuerdo que absolutamente todos tenían Mars y Snickers, los snacks de chocolate por excelencia, y eran cada vez más caros) a lejanas casas de té y huéspedes y los venden a sus dueños, más caros; éstos hacen lo mismo con los visitantes y extranjeros que se quedan a comer, dormir o tomar un té de descanso; todos ganan y, al final… por muy duro que se vea… ¿qué trabajo hay más sano y bonito que caminar estas montañas de arriba a abajo durmiendo en cabañas de paisanos?

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Don’t worry: the Almighty will help

25 Agosto 2016

Aquel viejo hombre indio que se para en medio de la acera al verme desorientado con mapa en mano en una calle de Gangtok, capital actual de Sikkim.

Tras unas cuantas frases durante las que pude observar que era una de esas personas que mola conocer y que no requieren que las ignore para que se vayan (apartando paulatinamente la atención de mi mapa y fijándola en su tez oscura sin que él se diese cuenta, su pelo blanco sin calvicie, sabiduría en sus ojos) de pronto sale rápido de la conversación, siguiendo su camino y dejando en el aire con buena constancia las palabras del título de esta pequeña historia, sin mirar atrás, con mi mirada silenciosa y sonriente en su espalda caminante.

Cosas de India.

Tren indio a los Himalayas

Agosto 2016

Estoy en la estación de Duhdnoi.

Me ha encantado llegar porque es extremadamente pacífica y porque tiene ese gusto a día tras lluvia intensa que se aclara para el atardecer ya fresquito. Hay un tren en una hora hacia el noroeste. Más allá de las vías, todo está abierto, con vistas planas a pequeñas montañas lejanas y nubes bajas a nivel del suelo. Las chicas son guapísimas y los hombres trabajan las tierras inundadas y muy verdes. Es la primera zona plana después de tantas montañas en el sureste de Megalaya y se nota que salgo de la zona poblada por los khasi, y después de la de los Garo, dos de los grupos étnicos más importantes del estado. Volviendo a la India general, vuelvo a ver mujeres que no me devuelven la sonrisa, serias y avergonzadas, vuelven ahora a inclinarme la cabeza seriamente a un lado cuando saludo. Los hombres mueven las maletas por la estación pero ellas se tumban encima de ellas, con actitud de espera.

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* * *

Reflexiono, a causa del júbilo que experimento ahora tras los recientes sucesos fortuítos, sobre la variación que hay a estas alturas del viaje entre momentos de humor y optimismo, o desolación y pesimismo. La onda sinusoidal que sube y baja entre bueno y malo, el famoso dualismo que se vence aferrándose al eje plano de las x que divide en dos la onda, no dejando así que nuestro estado suba y baje con ella y permaneciendo estables. Pero cuesta. Sigue leyendo

Bailando con devotos

31 Julio 2016

Estoy bailando con devotos.

Es la última mañana en el templo de Guwahati, donde he seguido disfrutando de los encantos del movimiento Krishna Consciousness unos días. Me he levantado con ellos, para la primera adoración a Krishna a las 4.30am.

Nuestros bailes son simples pero preciosos. Giramos avanzando y retrocediendo unos pasitos hacia Krishna; en cada vez, nuestros brazos elevados giran al ritmo. Vistos desde fuera son aún más bellos, lo sé: todos puros y vestidos de blanco, duchados. Yo no dispongo del atuendo, soy la oveja negra, en la ropa pero también en la pureza de mi mente.

Si algo me ha impresionado de la fé y devoción religiosas en India, ha sido esa pureza de estos devotos Vaishnavas. En ningún lugar del mundo he visto personas como aquel niño de la primera mañana en el templo principal de Mayapur -cuando lloré, sí-, que con unos 8 o 9 años corría feliz por el templo ejecutando tareas como los adultos, entregado y seguro, magnífica visión. O las personas que entran al templo por la mañana y se les cambia la cara, se llenan de alegría a cada paso, arrojan todo lo que llevan al suelo y se tiran en plancha sobre el mármol, anestesiados por la Grandeza, por la Presencia incorruptible y obvia de Él en sus corazones.

Una mujer rusa -hay muchos rusos en Mayapur- entró una vez y su lenguaje corporal era una poesía: como si acabase de reencontrarse con su hijo tras años: tal es la intensidad para ellos. ¿Qué mosca les ha picado a estas personas? ¿Cómo han conseguido ser tan felices y satisfechos, sólo con su vida espiritual? Es tan intrigante que me despierta una pequeña envidia sana y me invita a indagar.

La pureza de esa confianza es científica, es inquebrantable y un ejemplo visible de que lo que los krishnas han conseguido hacer con sus estudiantes no lo ha conseguido otra religión que yo conozca hasta ahora. La limpieza y la pureza en sus ojos ya la quisiéramos muchos buscadores de verdades. Yo me siento contaminado cuando los veo; a veces susurran cosas ante mí y mi retorcida mente me hace pensar que critican mi ignorancia en los procedimientos, mis errores, o tal vez se pregunten con envidia por qué estoy entre ellos sin atuendo o sin haber sido iniciado formalmente por un maestro… entre otros requisitos que no cumplo. ¿Se pensarán que estoy aquí solo por la comida?

No. No existe la envidia en ellos. Sólo hablan entre ellos de cosas cómicas para seguir disfrutando inocentemente de su hermosa pero abstinente vida. No hay envidia ni comentarios. Todos me ayudan como pueden. Uno me ha regalado un colgante sin dudarlo tras solo decirle que me gustaba, y hoy cuelga en mi cuello.

Mi mente devanea y pierdo el ritmo de los pasos.

Pero mis hermanos me succionan en seguida y me sacan de mis impurezas con sonrisas y ánimos:
seguimos bailando, giramos.

El templo de Kamakhia

Julio 2016

[* Los escritos a partir de éste pertenecerán a la categoría ‘Inédita’, además de a la que corresponda, para indicar que han sido escritos tras la llegada a Casa en Abril 2017, y extraídos de apuntes manuales de los diarios, de ahí su categorización. Al no disponer ya de equipo para escribir o tomar fotos y sonidos en esta altura del viaje, las imágenes y en su caso los sonidos habrán sido prestados por compañeros de viaje o internet. ]

Una vez más, guiado por voces cercanas cuya intención es buena (las de los hare krishnas con los que sigo, esta vez en otro ashram del estado de Assam), he llegado a un templo en Guwahati al que llaman Kamakhia temple. Está en lo alto de los Neelachal Hills, y las vistas durante el ascenso hacia el enorme río Brahmaputra (inundando por las lluvias, uno de los más grandes de Asia, desde los himalayas tibetanos hasta el delta del Ganges) fue sudoroso pero interesante. Adorado entre hindús, el templo es uno de los 51 Shakti Peethas de su mitología y parece tener unos 2000 años. Dedicado a Mata Kamakhya Devi, la leyenda dice que la vagina de la diosa está dentro de la sala principal, en la oscuridad, y es la razón de miles de ofrendas diarias.

Aún con sus buenas intenciones al recomendarme venir, mis compañeros no saben que personas como yo pueden no querer venir a un lugar como éste. Por algunos momentos me ha parecido estar en el infierno! Resulta que aquí se ofrecen contínuamente animales, especialmente cabritas, a la Diosa (también llamada shakti), lo que hace que el lugar sea como un matadero… pero en un templo!!

Cientos de personas hacen una cola de 4 horas ‘gratuita’ o pagan 501 rupias por entrar en el templo en una media horita. La cola discurre como por unas rampas de los caballitos y pasan por una terrible zona de rejas apretaditos todos. Evidentemente lo que hay ahí dentro, y lo que ocurre, no lo voy a ver: sé ya por experiencia que las grandes colas indias de los templos son para una extraña -al menos para mí, aún ajeno a todo- experiencia rápida frente a una imagen de la deidad que no sé adorar bien y que me deja en evidencia frente a un posible sacerdote que podría pedirme algo a cambio de unas bendiciones, sacudidas de plantas en mi espalda, hilos en mi muñeca o un bindi o tilak (el punto rojo en la frente). Esto, sumado a las colas y a que no traigo ningún animal sacrificado para la devi, me deja como espectador exterior, que no es poco.

Pero no hace falta entrar para presenciar la violenta tragedia de pequeños y jóvenes animales inocentes perdiendo su cabeza en un degolladero, gritando hasta el último momento. Entre todas aquellas paredes sangrientas me parecía estar en un lugar infernal; más si añadía los puros momentos de realismo indio entre gente malformada, suciedad, pobres hombres en el suelo con barbas de siglos y mugre de años balbuceando limosnas, los que hacen la cola en esa jaula de rejas rojas y me miran aburridos como si hubieran sido condenados al infierno rojo y hubieran ya aceptado su final, perteneciendo ya al mundo de la sangre y de la muerte. Devotos y monjes también visten de rojo. Y una zona en la que las gentes están oscuramente sentadas contra paredes mugrientas y varias capas de mierda; unos procesan mantras con los ojos cerrados, otros arrastran cabritas para ofrecerlas en un altar antes de matarlas, las etiquetan probando tal gesto mientras, las pobres, comen las flores y guirnaldas que suelen ofrecerse también y se compran junto al templo. Qué contrariedades! Puertas enrejadas que separan ambientes sagrados y mortíferos, todo como lleno de sangre pero sin saber si es sangre, como en todas las esculturas de las paredes y figuras de adoración, donde la gente se postra y añade más rojo intenso, confundiendo pintura, sangre y sentimientos.

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Tal vez es porque hace poco fue el Ambubachi Mela, festival más intenso del lugar, pero durante mi visita no pararon de degollar cabritas, que los devotos traían bajo el brazo o simplemente compraban allí. Gritaban y gritaban las cabras sobre todo cuando los operarios, por llamarles algo, estiraban las patas traseras del animal, levantándolo en el aire, con su cabeza ya encajada en la horquilla que la separaría del cuerpo cuando la cuchilla bajase violentamente. La cabeza rodaba por el suelo y por momentos creí que había sangre en todos los rincones del templo.

Escribo esto en una sala de espera que he encontrado fuera de todo aquello, soy el único aquí, y mi soledad representa el distanciamiento físico y cultural que siento con el mundo que ahora veo.

No los condeno, sí los veo en la inocencia de la ignorancia; pero esta vez no, no participaré de la ignorancia de hacer cosas porque todos las hacen: qué feo impulso del fanatismo.

… ofrecer flores y bailar con los krishnas era mejor…

De lo profundo del intelecto (el amor)

Septiembre 2016

No cabe duda de que son grandes las teorías orientales expuestas sobre el condicionamiento humano a un inherente sufrimiento o insatisfacción que es notable en la inestabilidad global de hoy. Entendidas con esfuerzo, tampoco cabe duda de que son grandes verdades con un gran poder curativo para el atasco material que tenemos con los sentidos, y el hábito del deseo-placer-dolor.

Éstos, han sido años de desapego material a los objetos de placer; de contar con una mochila como única pertenencia; de no sufrir identificación con ninguna costumbre o tradición ni con ninguna estructura social o establecimiento político, por el mero carácter y espíritu nómadas de la experiencia, que evitan arraigo y apegos y promueven la opinión objetiva sobre las cosas; de perder todos los antiguos hábitos a placeres y deseos (y por tanto, dolores) de alcoholes, tabacos, estimulantes e intoxicantes en general, coca-colas, chocolates, helados y el etcétera que sobrepase aquello relacionado con la supervivencia básica -comida plana- bajo un propósito de economización de largo recorrido que podrá entenderse; finalmente, han sido años de continuada soledad, que es bien responsable de la conclusión de este escrito; recientemente llegué en dos ocasiones a una interesante realización que tiene tanto peso como para escribirla, aunque no diga nada nuevo que no sepamos.

El desarrollo del amor y la compasión por los demás, si es que queremos considerarlos cosas diferentes, se convierte en una misión pues son palabros universales que han sido objetivos en el viaje por su importancia y recurrente aparición en todas las esquinas sabias. Buscándolos sin encontrarlos en mí mismo, pues creo que los hemos perdido en algún lugar y a ver dónde diantres andan, he sentido algún destello como los siguientes. Sigue leyendo

Linux vs Cristianos

Que las religiones y sectas que estoy descubriendo en la verdadera tierra espiritual, India, consideren a Jesucristo un avatar más de Dios, y valoren su dogma o la Bíblia, pero los cristianos no consideren la sabia palabra de aquí, es como, y perdón por la deformación profesional, que Linux vea y monte las particiones de windows pero windows no vea las de Linux… y las oculte!

Los ojos de un devoto no comen carne

26 julio 2016

Sigo evolucionando así entre los Hare Krishnas y su divina felicidad. Los mejores devotos que he conocido en el mundo son hasta ahora los krishnas. Después de pasar por ISKCON Guwahati e ISKCON Shillong más adelante, decidí que la pureza en sus ojos y en todas sus acciones, sus voluntades, su generosidad, era inigualable.

Tal vez los efectos del Maha Mantra, su vibración sonora y la práctica del Bhakti Yoga, el servicio amoroso a Dios, sean más fuertes de lo que creo. He visto que el último sutra del Vedanta Sutra dice: «Uno se libera por vibración sonora.» Lo que sí sé es que los efectos son visibles en los devotos a mi alrededor, así como en todos los jóvenes que decidieron unirse al movimiento en los 60 y 70 y que ahora están aquí -van saliendo- y tienen aquí a sus familias. Es una fé reveladora: incluso sin conocer los Vedas, muchos se mantienen puros y siempre siguen los 4 preceptos principales (que por cierto son casi iguales en el budismo):

No comer carne, huevos ni pescado.
No participar en juegos de azar.
No realizar vida sexual ilícita (me explican que esto es antes del matrimonio)
No consumir ningún tipo de intoxicantes, incluyendo tabaco, café y té negro.

El amor a las vacas en el hinduísmo quita totalmente las ganas de comer carne. Están por todas partes en India, en medio de las carreteras, y se las respeta como segundas madres. Tenerlas cerca abre los ojos a su ternura y a sus increíblemente bellos ojos, y uno no puede creer que se maten miles de ellas cada día en todas partes. En ISKCON hay un ‘goshala’ donde todas están y se puede ir a tocarlas y a darles el cariño que les debemos tras tanta matanza. De hecho, si uno va después de bañarse al atardecer y las toca, se purifica. Esto se convirtió en una de mis tareas preferidas en las cálidas tardes de Mayapur. Sigue leyendo