4 febrero 2014
Así que nos conformaríamos con unas noches en medio de la jungla del Darién, a unas horas de camino de Yaviza hacia el sur. Cuando intentamos bajar en lancha, el Senafront nos puso literalmente la pierna encima y nos denegó. Empezamos a arrepentirnos de haber hablado con ellos. Nos quedaba ratear sin que nos vieran para coger una lancha, o serpientear al otro lado del puente y caminar sin ser vistos, aunque ellos decían que patrullaban la zona. Me ha pasado varias veces esto, cuando ya tienes un no y te pillan es peor, cuando no tienes el no, puedes decir ‘ah, mire, no sabía’.
Escogimos la opción de caminar por un sendero que bajaba al sur, al otro lado del puente… La adrenalina de no ser vistos por los militares y no cruzarnos con locales malignos hizo que camináramos como prófugos, al salir del pueblo, de esquina a esquina, agachándonos en ocasiones cómicamente, y en jungla, caminando rapidísimo en silencio sin hablar y vigilando todos los puntos anteriores y posteriores del camino. Nuestras mochilas pesaban, con muchos litros de agua cada uno y víveres para 3 días.
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