Nicaragua empieza…

…tal que bien.

He debido de llegar contento a Nicaragua, con ganas de dar mucho, porque estoy recibiendo. Las cosas pasan con color, me entretengo en el bus con nuevas caras y rasgos preciosos, mucha gente tiene los ojos claros y verdes a pesar del color oscuro de su piel. Yo feliz, después de dejar atrás la última noche, y viendo la buena onda del nuevo país, más seguro, y las gentes apacibles, risueñas, sociables, que tienen algo de Cuba sin saber decir qué es, con toda la ilusión que eso supone (echo de menos Cuba cada día).

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Después del primer pueblo donde paré tras la frontera, me puse a hacer dedo y llegué a Estelí en 2 rides perfectos. Uno en la parte de atrás de una camioneta, ya un clásico, viento en cara y vistas a todo. Otro con Rafael, un médico ortopédico, cubano de origen, que iba con la blusa azul puesta, el coche lleno de suero y jeringuillas, haciendo visitas por las casas, divertidísimo, parando en sitios chulos y yo paseando mientras. Cachondeo hablando de cosas super privadas nada más conocernos, me contó su vida íntima, su mujer y su amante, el sexo, su hija… su acento cubano, su modo de vida… un salao y una muy buena primera impresión.

En Estelí me pongo a caminar rápido, mi mochila pesa más que nunca (llevo un mes sin cargarla parado en Utila) y me voy al sol inconscientemente, en un punto donde las calles son cuesta abajo, con el sol bajante en frente. Me gusta el lugar, me paro, le pregunto al primero que me cruzo por algún hostal, y me dice:
-Esa puerta.

Aquí aparece Walter. Hombre mayor, 77 años, buen aspecto, cara ciertamente cómica. Nada más entrar me enseña un sinfín de arreglos que ha hecho en la casa, de sus padres, ilusionado, con proyectos en la cabeza. Es otra de esas personas que he conocido que dejan ver una persona mayor pero suenan a jóven TODO el tiempo. La casa es enorme, es una escuela de español e idiomas pero tiene camas, es fresca, con muchos espacios y aulas en los que perderse… Convenimos precio, me quedo sin duda, supe desde el primer momento que era el sitio y que iba a disfrutar mucho… y se ve la puesta de sol.

Walter es encantador, nos hacemos amigos rápido, hablamos de muchas cosas. Unos jóvenes alojados me ofrecen salir a bailar -sábado- pero prefiero con creces quedarme charlando con este hombre, es una compañía muy agradable. He aprendido mucha historia de Nicaragua, también separada por el socialismo, de manera relativamente parecida a Cuba, aunque mucho más tarde, en los 80. Sandinistas y rebeldes derrocando la dictadura de Somoza, gente separada, tierras y propiedades arrebatadas a su familia, a un padre que ha sido de derecha y capitalista pero también rebelde, y un sinfín de anécdotas que han pasado en esta misma casa y le han dejado de con todo, a sin nada.
Ha tenido una vida movida. Tiene hijos aquí y allá. Habla inglés perfecto y algo de alemán. Sabe vivir la vida.
Compartimos exactamente los mismos puntos de vista sobre cosas tan importantes como la religión, el origen de la vida, el medio ambiente, el destino, la meditación, y el amor.
Ayer hemos hablado ya de cosas tan íntimas también! Vida privada, relaciones, guarradas con chicas, es como si le conociera de toda la vida! Me pregunto si será un carácter nicaragüense, el ser tan abierto y natural: dos de dos. O quizás estoy teniendo suerte, simplemente.

Comparto con él encantado todo lo que tengo (sobre todo comida… y muchas oreos, baratísimas aquí), sé que necesita dinero, vive sólo y aprecia la compañía y nuestra charla y risas, es obvio. Creo que los dos nos admiramos y eso hace un pilar irrompible entre dos hombres. Agradece muchísimo cada vez que hago cena y la comparto, le sabe rica y es de los mejores momentos del día. Le he enganchado a mi adicción al cafetito con la puesta de sol: hoy es mi cuarto día aquí y ha sido él quien ha venido a buscarme a mi cuarto un poco antes, y había comprado café. Ayer no estuve en casa, y hoy ya tocaba.

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Ayer no estaba porque me fuí lejos buscando aventurilla a las afueras, un lugar solitario y elevado para la puesta, pero allá donde iba a elevarme, me decían que no, que peligro, que allí me sacaban un cuchillo y me dejaban hasta sin zapatillas literalmente. Después de lo del viernes, y ante la impotencia, me subí a un árbol de la planicie que fiché en la distancia, y que estaba junto a la famosa carretera panamericana (malo será que me ataquen aquí, no jodan), a hacer el mono y tomar mi meriendita, pues era la única manera de ver algo de color en altura.

Después comprobé que las ferias, caballitos, o como se llamen, son iguales en todos los países; gitanas, horteras, cutres, ruidosas, pero sumamente divertidas, todo el mundo está como loco.

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Volví a casa, cené con Walter, y le hice una cuenta en gmail que le encantó pues cree que es un buen paso para la publi del negocio, que no para de rondarle la cabeza y suele ser el punto de conversación. Agradece mis consejos, sueña con que le haga una página web y ojalá pueda hacérsela: una vez más vuelve la cuestión de quedarme en un lugar una temporada, aquí estaría bien mientras la diseño. Pero hoy por hoy, creo que no seré capaz de parar en ningún sitio porque no soy capaz de perderme el siguiente.

Yo también agradezco sus consejos. Me ha dicho que he perdido mucho tiempo con la informática. Ya lo sé. Que soy jóven y puedo todavía reencaminar mis esfuerzos, leer más, por ejemplo. Sus palabras dan más sentido a este viaje, sin él saberlo.

He acabado dando clases de inglés, porque él me lo ha pedido, a unas chicas locales que quieren trabajar en turismo y tratar con clientes. Ha sido bonito enseñar, ayudar, y se lo agradezco.

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Mañana me voy, y le voy a echar de menos. Le daré un gran abrazo.

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Saben qué? Tras escribir ésto… voy a ver qué hace Walter!

* * *

Ps. Vengan con Walter a casa Juventus, en Estelí.
Walter Delgado
Juventus
Estelí, Nicaragua
+50589236283
waldelnic@gmail.com

1 comentario en “Nicaragua empieza…

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