Esa playa de Chiapas

29 Septiembre 2013
Vuelta al pasado

Después de la noche con Nacho en la estación de bus, le hablé de mi intención de pasar una noche en una playa de la costa pacífica de Chiapas, como despedida final de Méjico. Estaba un poco adicto a esa costa. Estaba amaneciendo y con las legañas, Nacho no estaba muy optimista con mi idea de encontrar una playa desierta y encima una sombrita natural o de palapa para pasar el día. La verdad que tenía razón, podría ser un chasco más que un acierto, pero pa cabezón, yo.

Nos separamos. Llegué a una playa que me recomendaron. Era temprano, la gente dormía. Un hombre barría la arena de su bar y me dijo que podría buscarme algo barato. La habitación era realmente desagradable, pero la cama estaba limpia. Una jeringuilla usada estaba posada encima de un murete, la ignoré, esperando a otro momento para rechistar. Quería ver si mi playa y mi esnucada eran aún posibles. Pues miren.


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Nicaragua empieza…

…tal que bien.

He debido de llegar contento a Nicaragua, con ganas de dar mucho, porque estoy recibiendo. Las cosas pasan con color, me entretengo en el bus con nuevas caras y rasgos preciosos, mucha gente tiene los ojos claros y verdes a pesar del color oscuro de su piel. Yo feliz, después de dejar atrás la última noche, y viendo la buena onda del nuevo país, más seguro, y las gentes apacibles, risueñas, sociables, que tienen algo de Cuba sin saber decir qué es, con toda la ilusión que eso supone (echo de menos Cuba cada día).

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La peor noche

22 Noviembre

Lo siento, pero hubo algo que me hizo pensar que al llegar a Tegucigalpa alguien me echaría un cable. Envié unos emails, algunos mensajes, y me monté en el bus, después de la fantástica travesía en velero.

Cuando se llega a Tegu con retraso, a media noche, y los hosts con que contabas no aparecen, y el acceso a internet es imposible, te montas en un taxi cualquiera y le pides que te lleve a un hotel, barato. El lugar al que fuimos estaba chapado ya ante la violencia nocturna con mil cierres, y nadie me abriría. La zona era ya mosqueante, y ser blanquito y tener una mochila enorme a la espalda no ayuda, quisiera poder desaparecer o cambiar mi raza con un chasquido. Otro lugar cercano está abierto pero es más caro, y el taxista quiere más y más dinero por su tiempo y recorrido. Se me acaba el dinero y no hay cajeros o no me lleva. En el lugar en que me dejan pagar al salir, ofreciendo mi pasaporte, hay unos locales mosqueantes que ya están tomando, pero no hay otra. Afortunadamente, su pedo hace que me tomen el nombre escrito pero no agarren mi pasaporte.
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A vela!

22 noviembre 2013

Si tuviera que elegir un vehículo para salir de Utila, elegiría, obviamente, un barco de vela. Pues las historias se cruzaron muy propiciamente, y un matrimonio encantador de aventureros americanos (Charlie y Karen) nos ofrecieron, a los recién licenciados en buceo, una expedición a vela con noche en los cayos cochinos de Honduras, dejándome a mí después en tierra firme para continuar mi viaje hacia el sur. Cuando se desea mucho una cosa, pasa? Era una oportunidad ideal para poner a prueba mi licencia de navegante y aprender el vocabulario marino en inglés, algo que necesitaba bastante, y deseaba mucho. Mucho.

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Irse de Utila, si puedes

21 Noviembre 2013
Vuelta al presente

Hay una canción famosa sobre Utila que dice ‘-I’m leaving tomorrow. -No you’re not!’

Pues es tal cual. Llevaba queriendo irme muchos días y siempre hay algo, más serio o más estúpido, por lo que me acababa quedando un día más.

Cuando llegué a Utila creí que no podría estar ni una semana. La encontré pequeña, agobiante, fiestera, sucia e insoportablemente calurosa. Hoy acabo de irme y tengo una nostalgia crecidita y una sensación de vacío y pena por el cariño que le he cogido, en un mes, a algunas personas conocidas e incluso a otras no conocidas pero que siempre estaban en el mismo sitio. La confianza creada en tantos días con personas cercanas hizo que todos los que vivíamos, buceábamos, y pasábamos tiempo juntos día a día, fuéramos una familia: al final no importaba con quién, ni cómo: todos los momentos eran para ser compartidos con alguien, desayunando, bajo el agua, estudiando, cenando y birreando. Tenía más gente cercana de lo que me imaginaba y todos teníamos confianza por igual. Ésta fue la enseñanza de Utila, el compartir el tiempo, ser más social y menos egoísta con el mío, y disfrutar de ser amigo de todos igualmente, sean como sean, soberbios, graciosos, confiados, raros, tímidos, tontos, pijos, o mira, majos.
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