Os he presentado a TODO y a LOCURA?

Siempre viajo con TODO aunque a veces me llevo sólo la LOCURA.

Cuando estoy con TODO me siento seguro y respaldado, pero no hago tanto caso a mi LOCURA.

TODO puede contener a la LOCURA dentro si es necesario.

Cuando salgo con LOCURA estoy cómodo y pasan cosas mágicas y me vuelvo un animal instintivo que se sube a los árboles y trepa por las rocas.

La LOCURA siempre tiene agua y podemos irnos a cualquier parte juntos. Al llegar a un lugar dejo a TODO en casa y me llevo la LOCURA. Con LOCURA grabo y hago fotos.

Cuantos más días pasan, al ponerme TODO en la espalda, me siento más cómodo que con nada.

Y la mayor parte del tiempo me desharía de TODO y me quedaría sólo con la LOCURA. O con NADA.

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El ascenso 2

Por la mañana me desperté algo más tarde porque menuda noche me dieron los chavales y la gente que ascendía la montaña para el amanecer, llegados en coches. No vale!

Todavía me quedaron ganas de pasar un rato con los muchachos del equipo de fútbol a pesar de las que me habían liado de noche.

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Cuando me puse en marcha tenía mucha fuerza después de un buen desayuno continental con brickito de leche y todo. El ascenso desde Portland Gap es ya muy denso y con una vegetación especial, adaptada al clima y a la humedad, que es única del parque. La luz mañanera hacía muchas escenitas interesantes con tanto verde.

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Los dos hombres de las montañas azules

Escalando las montañas azules me encontré a estos hombres que comentaba en el anterior post.

Veíamos todas las montañas ya bajo nosotros, descansé mientras me comía una caña de azúcar que me obsequiaron, y me columpié mientras los observaba y grababa todo.

Mucha paz allí, soledad, y silencio general. Sólo sus voces y hablar extraño en patois me desconcentraban. No podía entenderles. Al menos no con palabras.

El ascenso, parte 1

En el lugar en que me encontraba, en las montañas de Jamaica, conseguí un precio interesante y decidí quedarme unos días, disfrutar de no tener que cargar con la mochila cada día, hacerla, deshacerla… Planearía mi ascenso al Peak, el más alto de la isla, averiguaría cómo hacerlo yo sólo. En el pueblo, durante el día, se me ofrecían como guías algunos locales, pero yo quería mi aventura solitaria. Menudo aburrimiento seguir a un guía. Aún con todas las recomendaciones que leí y las advertencias de los guardas, que no tienen permitido dejar a nadie sólo arriba. Estaba cansado de playas y quería montaña, estrellas, usar el saco de dormir más, jungla, y quizás algo de fresquito. No me imaginaba el frío que podría hacer allí.

El huracán Chantal pasó cercano y ocasionó una tormenta larga con lluvias de un par de días. Eso retrasó mi ascenso más de lo planeado, incluso podría tener que cancelarlo. Las previsiones daban días, pero yo no quería abandonar la zona sin mi excursión. Ser cabezón a veces da muy buenos resultados.

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Los preechers

Esa creencia religiosa jamaicana que leíais en un post anterior se ve aquí reflejada en estos dos sonidos;

El primero, la mujer que predica sóla en la calle para los suyos, haciendo su propia labor cristiana.

El segundo, la misa callejera que mencioné, desde la distancia en la montaña. Es una mezcla de la noche en el hostal, donde los protagonistas eran los grillos, los perros lejanos, una música reggae lejana en algún punto del valle y éste señor que se desgarra la voz para llegar a sus oyentes, con muchos Aleluyas también, y con esa sensación de gran Fe que tienen, como si cada vez que dieran una misa estuvieran cambiando el mundo y llegando al Señor, entre lágrimas.

Las frecuencias contínuas y altas, como las de los grillos, pueden verse en la parte alta del espectrograma.

Cuántas veces

Cuántas veces se me hace una sonrisa pillina cuando me paro a pensar lo que estoy haciendo y el lugar donde estoy.

Cuántas veces se me hace una sonrisa molona cuando conozco a un personaje en la ruta y me paro a observarlo sin que se de cuenta.

Lavar la ropa

Es curioso averiguar cuántas veces puedes ponerte una camiseta de nuevo desde que decidiste que ya era para lavar. Cada vez que vuelves a ella, porque has recorrido el ciclo entero del resto de la ropa, la encuentras limpia y completamente utilizable incluso para ir junto a una chica mona en el autobús. Esto debe ser porque en éste último ciclo, la otra ropa ya se puso más sucia que ésta camiseta, que aún pertenece al ciclo anterior, y bueno, así sucesivamente.

Es genial porque yo no sé cómo lo he hecho pero he tenido esa mala suerte, por llamarlo de alguna manera, de que en todas las casas donde he estado últimamente, no podían, no tenían máquina, o no la podía yo lavar en algún lavabo. O cuando llegaba a un laundry, estaba cerrado… El caso es que llevo unas 3 semanas con la misma poca ropa (poca porque traje sólo una poca a las islas) desde que me la lavé en Cuba, en una máquina de esas manuales de plástico.

Pero oiga, cuando parecía estar pa tirarla, uno se ducha, la saca, y voilá, como nueva…
como nuevo.

A ver si encuentro pronto una lavadora o algo, pero si no…

…pues otro ciclo.

Llegar a Jamaica

Creo que será mejor ir ‘grabando’ o registrando cosas sobre Jamaica para no generar más retraso del que ha causado Cuba. Una puesta al día. Seguiré añadiendo lo que pueda sobre Cuba al mismo tiempo, que es infinito, así que de vez en cuando, a comprobar la categoría ‘Cuba’!

Después de mi última aventura en Cuba, una expedición a caballo por la Sierra Maestra, las famosas montañas históricas de Cuba donde se desplegaron los revolucionarios, llegué a Jamaica y en seguida añoré el calor cubano y de sus gentes, así somos los latinos, hacemos una diferencia bien notable en el contacto social.

En Kingston no me dejarían pasar sin una reserva hecha en algún hostal (esas cosas de inmigración) y de milagro que no me pillaron sin vuelos de salida del país, al estar ya viajando ilegalmente con vuelos de salida falsos para tener más libertad de decisión en el día a día y no tener que pensar cuándo ni cómo… especialmente queriendo salir a vela de la isla.

Sin embargo en Jamaica estoy empezando a dejar flotar de veras mi decisión de no saber dónde voy a caerme muerto la siguiente noche y confiar en los sucesos. Ésto te abre bien los ojos, pues requiere que estés atento a TODAS las señales que puedan acercarse. En la última fase de mi vida había olvidado fijarme en las señales, en los pequeños sucesos del misterio de la vida que pueden cambiar tu día. Solía hacerlo más de niño y adolescente, pero desde que los hombres grises empezaron a robarme mi tiempo, es una práctica que estaba olvidando, concentrado en ahorrarlo y con la vista sólo concentrada en el futuro o el pasado.

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